El alcohol hace que quien conduce deteriore marcadamente su función motora y la capacidad para conducir con seguridad, ya que disminuyen las funciones cognitivas, perceptivas y motoras de manera que cuanto mayor es el consumo, mayor es la pérdida de estas funciones
- Una falsa sensación de seguridad que acaba ocasionando menos prudencia al volante, al tener menos concentración y por lo tanto mayor distracción
- Una conducción más agresiva
- Una falsa percepción de la señales de trafico
- Calcular mal las distancias de frenado y una inadecuada velocidad de reacción al tener una conducción menos precisa y coordinada
- Más sensibilidad ante los deslumbramientos producidos por otros coches
- Provoca sueño y el riesgo de dormirse al volante